Atraco a la joyeria

Fueron agujereando las paredes una tras otra hasta llegar al preciado objetivo final: la joyería Lorite de la calle de Laguna (pleno corazón de Carabanchel). Desde un garaje perforaron el muro hasta una zapatería y desde ahí a una lencería para llegar por último al local anexo, el de la joyería, en el número 44 de la citada vía. Y por el camino fueron desvalijando cada una de las tiendas a las que accedían. 

Con todo, de la joyería sólo se llevaron un escaparate entero de joyas, relojes y collares (anoche los dueños no habían terminado el recuento de lo sustraído). No pudieron abrir la caja fuerte al sonar la alarma en la fase final del golpe. Todo ocurrió en la madrugada del domingo al lunes y los agentes de la Policía Científica y de la Brigada de Policía Judicial ya investigan este cuádruple butrón. 

Lo que más llama la atención de este golpe es cómo averiguaron los ladrones el camino laberíntico de locales y paredes hasta llegar a la tienda de oro y joyas. Y también es enigmático cómo consiguieron averiguar que el primer local que perforaron estaba comunicado con un garaje de la calle de Halcón y como desactivaron alguna de las alarmas de los respectivos negocios desde fuera de los locales. 

Se sospecha que estos butroneros pueden ser los autores de un golpe similar ocurrido en la misma joyería Lorite en el año en diciembre de 2009. 
El robo se produjo en la madrugada del domingo y fue cometido por una banda muy profesional. En primer lugar, los ladrones forzaron la puerta de un garaje de la calle de Halcón. Justo al final de esta cochera comenzaron su tarea de derribo. 

Armados de picos, palas y una lanza térmica rompieron un tabique profundo y luego abrieron el agujero para acceder al almacén de la zapatería Cache Low Cost. Hecho el primer boquete desvalijaron varias de las vitrinas de la tienda de calzado. Se llevaron artículos de las mejores marcas y el dinero en metálico de la caja registradora. 
Desde la zapatería practicaron una nueva abertura (de unos 70 centímetros de circunferencia) para acceder a la parte trasera de la lencería-corsetería Gurtubay. Aquí se llevaron el dinero de la caja registradora y algunas prendas. La alarma tampoco les delató. 

Llegados hasta este punto tenían que hacer un nuevo agujero que les abría las puertas de la joyería. Entraron al cuarto de baño de la lencería y empezaron a romper la pared. Practicaron en ese punto el agujero más grande de todos y rompieron todos los azulejos del muro. 

Gracias a este último butrón entraron en la parte trasera de la joyería. Allí desplegaron todo su arsenal. Mientras uno se disponían a desactivar la alarma otros comenzaron a enfrentarse con la caja fuerte. Al mismo tiempo, otros de los ladrones comenzó a desvalijar uno de los escaparates exteriores. Sin embargo, la alarma se activó y los cacos decidieron huir por donde había entrado y con un botín muy inferior al que pretendían alcanzar en la joyería. 

Juan, el dueño del establecimiento de joyas y relojes, tenía ayer por la mañana cerradas las puertas de su negocio. «Estamos haciendo balance de todo lo que se han llevado, pero todavía ignoramos la cantidad. Además, la Policía está investigando el caso y no podemos decir nada más». 
Ya por la tarde se confirmó ayer que los ladrones sólo tuvieron tiempo de llevarse el material de uno de los escaparates de la calle y que no pudieron abrir la caja fuerte donde se encontraban las piezas de mayor valor. 

La alarma de la joyería movilizó a la Policía, que se presentó en las inmediaciones cuando los ladrones ya se habían marchado. 
También se averiguó que los butroneros no dejaron huellas ya que probablemente iban con guantes. Asimismo, no dejaron tiradas en su huida ninguna de las herramientas empleadas. 

Los vecinos que viven en el número 44 y 46 de la calle de La Laguna no escucharon nada extraño en la noche del domingo. «Yo no me enteré de nada, sólo me asomé y vi a la Policía en la puerta, pero nada más». «Debieron ser muy sutiles porque no hicieron nada de ruido», contó otro inquilino. 
En diciembre de 2009 la joyería Lorite ya sufrió un butrón similar, aunque en aquella ocasión limpiaron por completo la tienda y también vaciaron la caja fuerte. Esa noche consiguieron arrancar las alarmas y como la tienda carece de cámaras de videovigilancia, no tuvieron más obstáculos para realizar su tarea. 
Los propietarios calcularon que lo robado hace dos años ascendía a un millón y medio de euros.

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